Micromuseo - Bitácora

viernes, 8 de octubre de 2010

IN MEMORIAM VIRGINIA PÉREZ-RATTON


La fractura: tema incisivo en la obra plástica de Virginia

Nuevas razones para la melancolía. Virginia Pérez-Ratton acaba de dejarnos. El cáncer interrumpió su vida en el pico de una plenitud prolongada hasta los últimos momentos. Consciente del trance que enfrentaba, en los meses finales logró transformaciones e impulsos decisivos en casi todos los proyectos que hicieron de su existencia un aporte crucial para el arte crítico de América Latina. Para su creación, para su pensamiento, para su institucionalidad incluso.

Los logros de su pensamiento y de su centro operativo –TEOR/Ética– han quedado probablemente resguardados. Pero resta la urgente labor de recopilación y puesta en valor de su propio trabajo plástico. Un cuerpo fragmentado de obras incisivamente fragmentadas, a la espera de la visión comprehensiva que hurge en la organicidad de esas rupturas múltiples.

Tarea tantas veces postergada por Virginia misma en su priorización continua del apoyo a la labor de tantos otros. Motivo adicional para una reflexión que no puedo iniciar ahora, bajo la conmoción de la noticia fatal. Me permito, por ello, como recurso excepcional, reproducir el post que sobre Pérez-Ratton colgué en esta misma bitácora hace apenas seis meses.

El pretexto de esa nota era el Premio Nacional de Cultura que ella acababa de recibir en Costa Rica. La motivación profunda era la necesidad absoluta de acompañarla y transmitirle en algo la importancia y el valor que para nosotros Pérez-Ratton siempre ha tenido. Permítaseme apenas recordar aquí las vivencias compartidas durante su magnífica curaduría de la muestra antológica de Priscilla Monge en el Centro Cultural de San Marcos (y durante la Bienal de Lima), cuando me correspondió dirigir aquel espacio. Priscilla, por cierto, acaba de pintar para el velorio y en los muros de TEOR/Ética una blanca escalera al cielo.

Atención a la entrevista que cierra la nota. Conmueve allí en particular la respuesta última de Virginia a la inquietud por su pregunta existencial más recurrente: cuánto tiempo tengo, es su escueta frase final.

No hay interrogante más decisiva. Para todos y cada uno.

VIRGINIA PÉREZ-RATTON RECIBE EL MÁS IMPORTANTE PREMIO DE COSTA RICA (ACASO DE CENTROAMÉRICA)

(Post publicado en esta bitácora el jueves 22 de abril de 2010)


Artífice, curadora, museóloga, historiadora, mente ágil y pensante de la cultura latinoamericana. Es difícil encasillar a Virginia Pérez-Ratton en cualquier definición profesional o vocacional vinculada al arte visual, porque ella las abarca todas. Y hasta les ha logrado una magnífica y conjunta expresión institucional en TEOR/Ética ese espacio singular en Centroamérica que ella crea en 1999 para nunca dejar de evolucionar. En tributo a tantos atributos, el Estado de Costa Rica acaba de entregarle el Premio Nacional de Cultura Magón, sin duda el reconocimiento mayor que en ese país –y acaso en toda Centroamérica– se le concede a estos menesteres.

Para Micromuseo Virginia es, claro, una amistad preciada desde hace más de una década. Pero además es un referente y un estímulo en la ardua e incierta tarea de construir institucionalidades alternas. Junto con el Museo del Barro (de Asunción), TEOR/ética ha demostrado con el ejemplo –y con grandes sacrificios personales– la posibilidad fáctica de generar espacios autónomos para una criticidad nueva, independiente de los poderes y del Poder. Del Estado y del mercado, de los políticos (de cualquier signo) o del gran capital (de cualquier procedencia). Honor al mérito. E inspiración total.

Reproduzco, a continuación, la breve entrevista que se publicó en la versión web de la revista Su Casa cuando se anunció el galardón.


VICKY PÉREZ-RATTON:
BOCETO DE ARTISTA INDEPENDIENTE

Virginia Pérez-Ratton no quiere que le pregunten, por ejemplo, cuántos pares de zapatos tiene. Sin embargo, hasta esa podría ser una pregunta pertinente para quienes le siguen la pista a la ganadora del premio Magón 2009: los suyos han sido pasos regionales.

No es que Virginia se niegue a responder cuántos pares de zapatos tiene, es que se niega a que se lo pregunten. Apuesto a que nadie le preguntó eso a Felo, el año pasado, cuando le dieron el Magón, dice, medio en serio y medio en broma, a propósito de cierto tipo de acoso periodístico. Con o sin zapatos, ella es una mujer que sabe plantarse, como prueban los hechos. Artista plástica, curadora, primera directora del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), investigadora, traductora y sobre todo instigadora del arte regional de los últimos tiempos, Virginia Pérez-Ratton conoce prácticamente todos los caminos que, en Costa Rica, conducen a la gestión cultural pública y privada. Desde el pasado 12 de enero, cuando le anunciaron que había ganado el Premio Nacional de Cultura Magón, Virginia Pérez ha estado dispuesta a confirmar que, ciertamente, su nombre y el de su Fundación Teorética son referentes culturales en este lado del mundo: si alguien ha dotado de un discurso a las artes visuales centroamericanas contemporáneas, ha sido ella. O gracias a ella. Ahora el Estado costarricense le devuelve los favores, si es que eso es posible.

-¿Cuándo supo que era considerada para el premio Magón?

-El Ministerio de Cultura me pidió mi currículum en varias ocasiones, para diversas cosas, y la última vez fue como en octubre o noviembre, pero la verdad es que yo no pensé que me estaban considerando para nada en particular; no sé, no tengo costumbre de pensar en premios.

-¿Qué piensa de los premios, en general?

-Creo que los Premios Nacionales se crearon en un momento en el que no había ningún tipo de estímulo para la gente en cultura, y tienen su razón de ser. Sin embargo, me parece que necesitan una refrescadita, y que la ley cambie para actualizarlos. Creo que hay demasiados, sería mejor uno por disciplina y mejor dotado para que la gente pueda hacer algún proyecto luego. En relación con los premios, es decir, cualquier premio, es algo estimulante y que complace al ego definitivamente, pero hay que pensar que cada vez que se da un premio es una decisión subjetiva pues es un jurado, y si fuera otro, pues posiblemente otro sería el premiado. Creo que hay que agradecerlos, aprovecharlos, pero tampoco desvelarse por ellos.

-¿Qué piensa de su premio, en particular?

-Que me ha hecho ver cuánta gente aprecia el trabajo, pero por otro lado también cuánta gente ignora lo que uno hace y le encaja roles que no tiene. Por esto ha habido gente que se ha opuesto, pensando que han premiado a una galerista...

-Como primera directora del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo le dio prioridad al arte regional. ¿Por qué?

-Creo que era el momento de quebrar ese sentimiento nacionalista de que Costa Rica era el ombligo del mundo, y ver para afuera, y recuperar un espacio que existía desde tiempos prehispánicos como área cultural. Además, somos demasiado pequeños y el MADC podía asumir una labor más amplia. Por otro lado, era necesario dar a conocer tanto aquí como fuera del istmo lo que somos, lo que hacemos, lo que producimos y lo que necesitamos.

-¿Reconoce diferencias entre su labor en el MADC y en Teorética?

-Sí, en el MADC estaba amarrada por la burocracia, aunque era mil veces menos complicada que ahora, y uno tiene una responsabilidad como funcionario público y como subordinado de un ministro. En TEOR/éTica las decisiones se toman más ágilmente, se trabaja con menos dinero pero con más eficiencia y se tiene una libertad total.

-¿Se puede actuar en el ámbito público y el privado bajo los mismos principios?

-Si se trata de ética, creo que son los mismos, pero hay cosas legales que no son iguales: por ejemplo, en la función pública solo se puede hacer lo que la ley permite, y en la función privada se hace todo lo que no está prohibido. En la función pública hay que mantener claro que uno tiene una responsabilidad ante la comunidad pues la infraestructura se mantiene con el dinero del pueblo, y en el ámbito privado, uno mismo se arma la comunidad con la que quiere trabajar.

-¿Cuál debería ser el futuro del MADC?

-Creo que el MADC va por buen camino, pues se sigue trabajando a nivel regional, pero hay que cuidar la colección y completarla con obras mayores de los años 90 a 2010, que aún están disponibles, y proceder a una rigurosa catalogación. El futuro del MADC es poder consolidar su trabajo de los primeros 15 años y ampliarlo a más proyección latinoamericana, de intercambio por ejemplo, de generación de exposiciones itinerantes, de investigación. Pero creo que todo esto está en la carpeta de Fiorella...

-¿Es cierto, como afirmaba una revista local, que es usted una de las mujeres más influyentes de Costa Rica?

-Eso no lo puedo ni afirmar ni negar, es una percepción de los otros, y ¡yo no tengo mi propia percepción separada de mí! Sin embargo, es cierto que uno maneja una cierta cuota de poder, y eso puede influir en la gente. Lo que es importante es saber cómo usar el poder para cambiar las cosas...

-¿Qué es lo primordial que toda persona debería saber sobre el arte?

-Que no hay reglas para definirlo.

-¿Cómo se distingue una obra de arte contemporánea de un objeto de bisutería?

-Por la intención.

-¿Cuál es la pregunta existencial más recurrente en su cabeza?

-Cuánto tiempo tengo.

*Adaptación para Revistasucasa.com, el artículo completo se encuentra en la revista impresa.

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domingo, 3 de octubre de 2010

MELANCOLÍAS SOBRE WALTER BENJAMIN (A LOS SETENTA AÑOS DE SU DESAPARICIÓN)



Heidegger & Benjamin.

Video colgado en YouTube por Enrico Cocuccioni el 8 de noviembre de 2008.


El pasado 27 o 28 de setiembre (hasta la fecha es incierta) se cumplieron setenta años de la desaparición de Walter Benjamin. Sobredosis nocturna de morfina en un hotel de Port Bou, entre Francia y España, donde la policía franquista había interrumpido su escape desesperado del avance de las tropas nazis. Al día siguiente, sin embargo, los también retenidos compañeros con que había emprendido esa fuga lograron el tránsito que los llevaría al Atlántico y a la libertad.

Una historia demasiado sintomática. En casi todas sus vidas –personal, profesional, social, política– Benjamin fue casi siempre un perdedor y un incomprendido. También un solitario. Un alma ensimismada y cósmica al mismo tiempo, "bajo el signo de Saturno", en las palabras que dan título al memorable ensayo de Susan Sontag sobre "el último intelectual".

La constelación de Benjamin, en efecto, fue la de la melancolía, y a ella él le dedicaría reflexiones conmovedoras. La melancolía, acaso la teología: recuérdense las complejidades de su "Fragmento teológico-político".

"Todo hombre culto es un teólogo, y para serlo no es indispensable la fe", escribía Jorge Luis Borges. Pero el caso de Benjamin es más denso pues en él la duda metódica y el mesianismo coexistían. Arduamente.

En parte por la extremidad de sus tiempos. Tal vez también la de los nuestros: es impresionante la voracidad con que desde la década de 1970 el mundo académico internacional descendió sobre las ruinas de Walter Benjamin. Aunque al respecto nuestro reloj local exhibiría las morosidades consabidas.

Hasta no hace mucho, en el Perú argumentar desde Benjamin era una excentricidad. Una erudición considerada por muchos risible todavía a finales de los ochenta, que es cuando generacionalmente me tocó incursionar en su pensamiento. Sin embargo ya en 1981 Mirko Lauer había publicado en Hueso Húmero su ensayo pionero sobre el retablo andino bajo la advocación de ese nombre entonces esotérico entre nosotros ("In memoriam Walter Benjamin: representación y soporte material", HH 9, abril-junio 1981, pp. 45-55). Era el primer anuncio de Crítica de la artesanía, un crucial libro suyo editado por DESCO apenas un año después.



Fernando Bryce. De la serie Walter Benjamin. 2002. Tinta sobre papel.

También en eso el nuestro es ahora un país transformado. Hoy el nombre de Benjamin está integrado al discurso cultural. Incluso a sus imágenes, con resultado a veces felices. Ya en esta década Rodrigo Quijano curó una pertinente muestra en relación al tema. Entre otras piezas, se exhibió allí la precisa serie de Fernando Bryce sobre la semblanza física y documental del filósofo. Una secuencia gráfica cuyo punctum señalado es el registro burocrático del paso terminal de Benjamin por el pueblo de Port Bou.

Un término y un comienzo. También para las teorías paranoicas de la historia, otra vez en boga. Todo en torno a la muerte de Benjamin parece indicar un suicidio, incluyendo la nota última dejada por él mismo. Pero, por supuesto, no han faltado versiones de un asesinato clandestino, cometido por agentes del fascismo o del comunismo. Dos fórmulas finalmente intercambiables, como la historia con pena ha demostrado.

Una disgresión pertinente, dada la politización ingenua, maniquea, que parece rondar tras algún mandato cultural. No me refiero, claro, al compromiso auténtico y vivencial de amplias franjas del pensamiento crítico. La alusión es a lo elemental y falaz en el discurso de cierta vulgata neomarxista ignorante de esa máxima de Marx que excepcionalmente mantiene su vigencia plena: el criterio último de toda teoría es la práctica. La praxis. Y pocas cosas en la historia moderna han fracasado más absolutamente que el comunismo. A un inmenso, trágico costo. Incontables miserias, ecónomicas y humanas. Centenares de millones de vidas tiranizadas. Dictaduras vitalicias y hasta hereditarias.

Que no terminan: en Corea del Norte acaba de anunciarse la probable designación de Kim Jong Un para la sucesión de su padre, Kim Jong-il, obligatoriamente referido como "Querido Líder", "Líder Supremo" y "Gran Dirigente". Éste a su vez sucedió al "Gran Líder" y "Presidente Eterno de la República", Kim Il Sung, su propio padre. Una megalomanía dinástica hoy abocada a la proliferación nuclear.

A esas indignidades hemos llegado, en nombre de la igualdad y la justicia.

Algo de todo ello pudo atisbar Benjamin en el albor articulado del estalinismo soviético y el nazismo alemán. Una competencia de horrores de la que él también fue víctima, a su peculiar manera.

La agudeza de esa mirada suele opacarse tras su fetichización mediática. Pero agotadas tales rutilancias –incluso comerciales– quizá podamos volver a la irradiación profunda del aura contenida en la inteligencia barroca de Benjamin. La densidad contradictoria de sus imágenes dialécticas, de su imaginario materialista y místico-libidinal al mismo tiempo. Complejidades de urgencia radical en tiempos confrontados por la condición liminar de la (in)condición humana. Y por nuestra inevitable tecnomutación incierta.

Tal vez una de las maneras más provocadoras de asumir ese reto sea desde el video mínimo que ubico al inicio de esta entrada. Sólo ocho segundos para la transfiguración continua del rostro de Martin Heidegger en el rostro de Walter Benjamin. Y viceversa. Un efecto tecnológico colgado en YouTube por el italiano Enrico Cocuccioni, posiblemente sin mayor conciencia de la significancia de su gesto. Su trascendencia oculta: apenas dieciochomil trescientas quince (18,315) visitas desde noviembre de 2008.

Algo esencial, sin embargo, se mueve en esa fusión recíproca de contrarios. Atención a la gestación casi simultánea de las reflexiones estéticas capitales de Heidegger y de Benjamin: El origen de la obra de arte (1935-1936), y La obra de arte en la era de su reprocción mecánica (1936), respectivamente. Sincronías que acentúan las inquietudes compartidas tanto como las diferencias. flagrantes. El existencialista nazi, el judío mesiánico, friccionados y homologados por la relación profética de ambos con la fuga de los dioses, con el ahuecamiento de la tierra, con el oscurecimiento del mundo. Con la trituración del aura.

Tristes tiempos tristes.


Fernando Bryce. De la serie Walter Benjamin. 2002.
Tinta sobre papel.

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