Micromuseo - Bitácora

jueves, 6 de marzo de 2014

ARTE CONCEPTUAL (INVOLUNTARIO) Comentario al comunicado de la Red de Conceptualismos del Sur y respuesta de los intelectuales venezolanos



Hace unos días, el blog oficial de la Red de Conceptualismos del Sur publicó ––sin firmas–– un perturbador comunicado en solidaridad con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, donde además se identificaba con el fascismo al movimiento por la democracia en ese país. Ante el amplio desconcierto generado por esas manifestaciones, varios intentaron discernir las posiciones puntuales de los integrantes de aquel colectivo. 

Una versión persistente, de fuente seria, asegura que se trata de una declaración minoritaria sobre la que existían discrepancias profundas entre los demás integrantes de la Red. Procurando obtener algún tipo de claridad, publiqué en aquel blog un comentario muy neutro solicitando tan sólo precisiones respecto a autorías y adhesiones. En lo que tal vez debiéramos interpretar como una obra de arte conceptual (involuntario) la respuesta ––que nada respondía–– llevaba la firma de "Unknown". 

A continuación transcribo ese intercambio fantasmagórico, seguido de mi segundo comentario y la "Respuesta de los intelectuales venezolanos ante el Comunicado de Conceptualismos del Sur". Acabo de firmar ese manifiesto último, por obvias razones cívicas pero también por la lucha que en él asoma contra lo que en otros contextos he denominado la malversación simbólica, la degradación retórica del propio lenguaje y de sus sentidos. Un vaciamiento conceptual tan generalizado y nocivo en nuestra escena política. Y cultural.

Post data: ante las dificultades para encontrar algún miembro de la Red que declare abiertamente su adhesión al comunicado corporativo empiezan a circular versiones que ponen en duda su autenticidad. No tengo elementos para opinar al respecto, dado que tampoco se han hecho públicos los criterios bajo los que se ejerce una identidad colectiva, que en este caso parece espectral. ¿Es democráticamente concebible una primera persona plural que no asuma sus nombres singulares? Sus singularidades.

 
Ante la controversia provocada por este comunicado, algunos curadores e intelectuales vinculados a las últimas actividades de la Red Conceptualismos del Sur en Lima, aseguran que su redacción no representa el sentir mayoritario de los integrantes de esa asociación, sino de una fracción específica. Ayudaría mucho a la discusión alturada de ideas saber quiénes específicamente se identifican con las posiciones expresadas por el manifiesto y quiénes se declaran en disidencia. ¿Cuál es el mecanismo interno de la Red para la definición de este tipo de declaraciones?

Disculpas pido si esa justificación circulada en el Perú es equivocada: proviene de una muy seria integrante de la profesión museal, que sin embargo puede a su vez haber sido desinformada.

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Respuesta







  1. Gustavo, efectivamente te han informado mal. La Red tiene protocolos de propuesta, discusión y acuerdo en su lista interna, que son los mismos tanto para este comunicado sobre el intento de desestabilización golpista en Venezuela, como para otras declaraciones anteriores, como por ejemplo la que denunciaba el golpe institucional en Paraguay. Quienes han decidido, de la Red, desmarcarse del documento, no son precisamente una mayoría; intenta contar más de diez en una red de varias docenas de personas implicadas. Algo natural por lo demás, dado que el consenso o las decisiones por mayoría no son lo mismo que la unidad de opinión. De todas maneras, es una polémica algo ridícula cuando lo que está en juego es lo que el comunicado señala; es como mirar el dedo que señala la luna: gente inteligente como tú no debería dejarse distraer por el histerismo ambiental. Saludos.

  2. Estimado "Unknown", el anonimato de su respuesta enfatiza la pertinencia de mi preocupación.

    1. Provengo de esa escuela anticuada en la que los argumentos se exponen con nombre propio y mirándose a los ojos. Guardo estima personal e intelectual por varios de los miembros de la Red de Conceptualismos del Sur (no conozco la nómina entera) por lo que me parece tristérrimo que se vean identificados, acaso contra su voluntad, con un comunicado como el que provoca este diálogo semifantasmal (¿hay alguien de carne y hueso tras estas declaraciones y descalificaciones cuasi anónimas?).

    2. No estoy mirando al dedo que señala la luna (entiendo que su lado oscuro) sino a una mano que arroja barro. Cómo interpretar un manifiesto que hiperboliza sus términos ("facciones reaccionariarias y fascistas") para descalificar un evidente movimiento de masas por las libertades más elementales (como la de leer periódicos varios). Aspiraciones cívicas, ciudadanas, precisamente anti-fascistas, que además involucran a lo más vasto y apreciable de la escena cultural venezolana. Así lo demuestra la multitudinaria "Respuesta de los intelectuales venezolanos ante el Comunicado de Conceptualismos del Sur".

    3. Acabo de suscribir esa ponderada réplica por múltiples razones, pero en particular debido al agudo señalamiento en ella del desgaste abismal de las grandes categorías ante su instrumentalización por los poderes y el Poder.

    Lograr que las palabras y las cosas signifiquen otra vez, es, otra vez, una tarea política de radical urgencia.

    Y para ello un primer, valiente, paso, es firmar lo que se afirma.

    Gustavo Buntinx


    RESPUESTA DE LOS INTELECTUALES VENEZOLANOS 
    ANTE EL COMUNICADO DE CONCEPTUALISMOS DEL SUR


    Los intelectuales venezolanos, artistas, escritores, universitarios abajo firmantes rechazamos de la manera más contundente el Comunicado de Conceptualismos del Sur sobre la situación venezolana y denunciamos los términos propagandísticos de sus argumentos. 

    La situación venezolana trasciende cualquier dimensión partisana de carácter político-ideológico, simbólico e imaginario, institucional y mediático. Es una crisis real que afecta a todos las personas que habitan el país, y que se expone en el hecho irrefutable de que Venezuela padece en este momento la mayor inflación del planeta, ostentando una tasa de homicidios sólo comparable a un “parte de guerra”, sufriendo un creciente desabastecimiento de bienes indispensables –desde leche para los niños hasta medicamentos e insumos médicos para cualquier tipo de enfermedad–, así como siendo objeto de la violación sistemática de los derechos fundamentales de sus ciudadanos; traduciéndose esta realidad en protestas generalizadas que se realizan simultáneamente a lo largo de toda la geografía venezolana, sin distingos de edad o procedencia social o racial. Venezuela vive, en estos momentos, un conflicto que atraviesa por igual todos los espacios de la vida pública y privada, que penetra colectividades e individualidades, que incumbe a todos.

    La situación venezolana es el resultado de una política sorda y excluyente, y de un gobierno ineficiente que ha desmantelado la institucionalidad democrática (a través de la cancelación de la división de poderes y del irrespeto a la constitución), convirtiendo la polarización (y los enfrentamientos que ella origina) en una “política de Estado”. Esta “política de Estado” tiene como consecuencia directa una definición autoritaria e ideológica del “ser venezolano”, constituida a partir de conceptos vacíos e inmensamente peligrosos en cuanto son elementos de una instrumentación estructuralmente excluyente por parte del poder público, tales como “identidad nacional”, “patria”, “cultura nacional”, y cuyo resultado no es otro que el aislamiento y la estigmatización en el discurso del poder de más de la mitad de los ciudadanos y habitantes del país, a los cuales se niega la condición de ciudadanos, o el derecho a identificarse como “pueblo”. Justamente, en estos momentos la crisis venezolana responde al reclamo legítimo y auténtico de esa inmensa cantidad de personas que han sido desterradas de su lugar de existencia. De ese destierro, el único responsable es un gobierno cuya naturaleza política no es otra que la de una autocracia plebiscitaria: una dictadura postmoderna.



    Como consecuencia de ello surge un reclamo legítimo que excede lo individual y demanda una sociedad realmente incluyente (de todos y para todos), un espacio “común” –público, político- que no esté circunscrito ideológica ni doctrinariamente; el reclamo de una ciudadanía que exige del gobierno y del Estado una política que no esté regida por la propaganda vacía que el Comunicado de Conceptualismos del Sur se contenta con reproducir, convirtiéndose así en aparato intelectual de un régimen político en pleno abismo de deslegitimación: las mayorías venezolanas que manifiestan sin miedo, y aquellas que aterradas por el gobierno se mantienen en ascuas, reclaman una política para todos los ciudadanos y no para los militantes de un partido que ha abusado de sus privilegios, hasta violar la propia fundación constitucional del régimen por él establecido.



    La situación venezolana no es el producto de un complot internacional o mediático, no es un plan de desestabilización fascista, muy por el contrario: es la consecuencia directa del fracaso de la política de un gobierno que solo conoce el uso manipulado de la ley, que ha comprometido definitivamente la neutralidad del Estado y ha transformado las instituciones públicas en aparatos de militancia partidista. Un gobierno que ha dilapidado el presupuesto de la nación, desmantelado los mecanismos legales de control de la administración pública y que, en última instancia sólo persigue permanecer en el poder. 



    La situación venezolana no es una “ficción mediática”, y tampoco depende de una “matriz comunicacional”, es ahora, otra vez y después de 15 años, el resultado del malestar de un “pueblo” inconforme ante un gobierno que no ha sabido responder al desafío de su momento histórico, substituyendo la política por el discurso de la propaganda. Un gobierno que ha protagonizado con cinismo un “cerco mediático”, una “campaña de medios de comunicación”, y una excluyente “hegemonía comunicacional”: ha sido el suyo un constante ejercicio discursivo en el que diluye su propia incapacidad para gobernar, enmascarando sus fallas detrás de una incesante “super-denominación” de la realidad, falseando y distorsionando la experiencia desde una proliferación incontrolada de hipérboles sentimentales y slogans partidistas. La situación venezolana es el fruto de un proyecto político que ha reducido la democracia a un esquematismo plebiscitario, y hoy no tiene más recurso que intentar ocultar los problemas con un discurso atemorizante, aterrador, estigmatizante y excluyente. La situación venezolana actual es la de un gobierno forajido, cuya escandalosa ostentación de poder y fuerza represiva no parece tener límites ni miramientos.



    La situación venezolana es la exhibición del malestar popular ante un “gobierno” cuyas acciones se traducen en la generación de circunstancias económicas, políticas, sociales y culturales insoportables, y es la “voz” de una importante parte de la población que no se siente representada ante las instituciones del Estado, ni en el discurso ni en las prácticas que las sostienen, que reclama su legítimo derecho a seguir viviendo en Venezuela desde y con sus diferencias y que, en esa misma medida, quiere participar en la decisión del modelo de funcionamiento de esas instituciones e impulsar su devenir como comunidad, como nación.



    Durante las protestas ciudadanas de los últimos días las fuerzas armadas del Estado, del gobierno y del partido de gobierno han acometido sistemáticas violaciones de los derechos humanos: se han perdido vidas y se han hecho detenciones arbitrarias, se ha torturado física y psicológicamente, y las fuerzas del orden público han militarizado calles residenciales y ciudades, han hostigado jóvenes, comunicadores sociales y población trabajadora. Desconocer este hecho es criminal, y deslegitima moralmente a quien quiera hablar en la escena pública. Resulta innoble, intolerable, inaceptable que quienes pretenden construir una narrativa historiográfica de las prácticas artísticas experimentales que en América Latina padecieron en el pasado la tragedia de la persecución y de la violencia política no posean hoy la sindéresis, la prudencia y el coraje moral de observar la realidad sin la prótesis debilitante y deformante de la propaganda. 


    Creemos que la situación venezolana es inadmisible, así como inadmisibles son los términos con los que Conceptualismos del Sur se ha manifestado sobre ella. Creemos que es necesario dar lugar a un espacio público y político verdaderamente “común”, que acoja a todos con sus disidencias y diferencias. Creemos que es necesaria la construcción de mecanismos de diálogo e inclusión. Creemos -y queremos- que debe restituirse la institucionalidad democrática: único espacio adecuado para dirimir los diversos puntos de vista que conviven en Venezuela. 

    Ante los muertos, antes las víctimas, ante las heridas y traumatismos causados por los cuerpos de seguridad, y ante el cinismo del gobierno y de quienes ignoran sus violaciones de elementales derechos, ya tendrá cada quien su momento de conciencia para reaccionar, para formar y hacer juicio. Pero por encima de todo, ante quienes abusan del privilegio disciplinario que la sociedad les otorga en su carácter de intelectuales, para manifestarse sobre la agonía de un país que a todas luces desconocen, los escritores, pensadores, artistas e intelectuales venezolanos consideramos esta la hora de nuestro más irrestricto y contundente testimonio político y moral. 

    Sandra Pinardi, Luis Pérez-Oramas, Colette Capriles, José Balza, Ana Teresa Torres, Yolanda Pantin, Tulio Hernández, Gabriela Rangel Mantilla, Juan Cristóbal Castro, Alejandro Castro, Ariel Jimenez, Elisa Lerner, Maria Fernanda Palacios, Guillermo Sucre, Graciela Pantin, Joaquín Marta-Sosa, Alvaro Sotillo, Carlos Pacheco, Alejandro Oliveros, Armando Rojas Guardia, Javier Aoiz, Carmen Alicia di Pasquale, Rafael Castillo Zapata, David de los Reyes, Carole Leal, Luis Miguel Isava, Oscar Lucien, José Julián Martínez, Patricia Guzmán, Diómedes Cordero, Milagros Socorro, Alberto Barrera Tiszka, Ana Nuño, Sergio Dahbar, Hector Fuenmayor, Meyer Vaisman, Antonio López-Ortega, Nelson Rivera, Julieta González, Alberto Sato, Roberto Martínez Bachrich, Paulette Silva, Rolando Peña, Luis Romero, Benjamin Scharifker, Emilia Azcárate, Arturo Gutierrez-Plaza, Magdalena Fernández, Orlando Arocha, Inés Quintero, Victoria de Stefano, Vasco Szinetar, Celeste Olalquiaga, Luis Brito, María Elena Huizi, Alexánder Apostol, Sagrario Berti, Juan Ledezma, Silda Cordoliani, Gisela Kozak, Alexis Márquez-Rodríguez, Julie Restifo, Axel Stein, Carlos Urbaneja Silva, Gabriela Gamboa, Iraida Casique, Jorge Pizanni, Ivan Feo, Waleska Belisario, Francisco Kerdel-Vegas, Ricardo Jiménez, Antonio Pasquali, Erika Ordosgoitti, Susana Benko, Marisol, Sael Ibañez, Miguel Miguel, Angela Bonadies, Enrique Larrañaga, Luz Varela, Harry Almela, Samuel Guillén, Patricica Velasco, Juan Iribarren, Gloria Urdaneta, Javier Aizpurua, Ruth Auerbach, Nicomedes Febres, Adriana Meneses, Carlos E. Palacios, Juan Pablo Garza, Augusto Villalba, Gisela Viloria, Rafael Romero, Beatriz Arismendi de Plaza, Julio Pacheco Rivas, Israel Centeno, Jaime Gili, Pedro Castillo, Theowald d’Arago, Fabiola Vethencourt, Mónica Amor, Guillermo Barrios, Margarita Lopez Maya, Miguel Gomes, Sonia González, Vilma Ramia, Edda Armas, Juan Araujo, Marina Gasparini, Rodolfo Izaguirre, Belen Lobo, Arlette Machado, Leopoldo Iribarren, Maria Elena Ramos, Alessandro Balteo, Cecilia Fajardo-Hill, Juan Luis Delmont, Verónica Jaffé, Jesús Fuenmayor, Gina Sarraceni, Jose Antonio Hernández-Diez, Blanca Strepponi, Félix Suazo, Javier Lasarte, Lihie Talmor, Pedro Terán, Lorena González, Jorge Pedro Núñez, Hernán Zamora, Willy McKey, Muu Blanco, Jose Luis Blondet, Herman Sifontes, Sergio Antillano, Eugenio Espinoza, Freddy Carreño, Nayari Castillo, Consuelo Mendez, Claudia Noguera, Hayfer Brea, Josefina Manrique, Isabela Villanueva, Roberto Lovera-De Sola, Ricardo Bello, Sigfredo Chacón, Gerardo Zavarce, Pancho Quilici, Richard Garet, Adrián Pujol, Tahia Rivero, Ana Maria Mazzei, Carlos Quintana, Pedro Cruz Castro, Guillermo de Yaborsky, Esperanza Mayobre, Beverly Pérez-Rego, Jaime Castro, Jose Antonio Navarrete, Matias Pintó, Gerardo Rosales, JJ Moros, Elias Crespin, Adolfo Wilson, Julio D’Escriván, Juan José Olavarría, Starsky Brines, Marco Montiel-Soto, Nelson Garrido, Alexis Romero, Carlos Brillembourg, Ricardo Azuaje, Yuri Liscano, Sonia Chocrón, Abel Naím, Leonardo Azparren Jiménez, Luis Miguel La Corte, Pepe Lopez, Suwon Lee, Jesus Matheus, Jaime Bello León, Luis Lizardo, Jose Rafael Lovera, Javier Marichal, Juan Nascimento, Daniela Lovera, Antonio Manuel, Coco Fusco, Paulo Vivaqua, Victor Krebs, Alejandra  Villasmil, Pablo León de la Barra, Gabriel Pérez-Barreiro, Natalia Majluf, Estrellita Brodsky, Fernando Bryce, Carla Stellweg, Taiyana Pimentel, Arturo Carrión, Pablo Helguera, Mari Carmen Ramírez, Gustavo Buntinx,

    entre otros (siguen más de 1400 firmas en la plataforma avaaz.org, representativas de todas las disciplinas artísticas y humanísticas y del mundo cultural venezolano).