Micromuseo - Bitácora

miércoles, 11 de junio de 2014

MI CHOLO (PIEZA DEL MES - JUNIO 2014)





Philippe Gruenberg 
Mi Cholo
2004
Video. 41:03”
(Primera parte: 10:45”. Segunda parte: 10:40”.
Tercera parte: 9:52”. Cuarta parte: 9:46”)
(Emisiones La Culpable nº 3)
MICROMUSEO ("al fondo hay sitio")
Donación: Philippe Gruenberg, 2004

Previo
Micromuseo selecciona esta obra 
como pieza del mes de junio de 2014
en acompañamiento heterodoxo al campeonato mundial de fútbol
y al delirio esotérico que a partir del jueves 12 

se apoderarán de las masas.
En el mundo entero, claro, pero con matices muy propios
para la sufrida hinchada peruana,
condenada a padecer la fiesta a distancia
desde la tristérrima participación del seleccionado nacional 

 en el torneo de España 1982.
Acaso por ello la evocación perpetua y casi mítica 
de la notable campaña lograda doce años antes 
en el mundial de México,
donde brilló con especial fulgor la figura de Hugo Sotil, 

nuestro prodigioso “Cholo”.
Todo un símbolo de mestizajes y triunfos soñados.
Con curiosos desplazamientos 

hacia las artes más conceptuales y cultas:
Cholo, el fracasado filme 

que arruinó al productor Bernardo Batievsky en 1972,
se transfigura mediante la inteligente reedición 

lograda en 2004 por Philippe Gruenberg, 
uno de los artífices más eruditos de la escena cultural limeña.
El video resultante suma ya, desde 2007, 

casi ciento cincuenta mil (150,000) visitas
en la web de Micromuseo y nuestra cuenta de YouTube.
Repartidas, es cierto, en cuatro episodios distintos,
pero aún así se trata indiscutiblemente 

de la obra más celebrada y vista
en la historia del videoarte peruano.
Logro nada desdeñable.
Enriquecido por el saludable error, la confusión encomiable,
de las decenas de millares que desembocan 

en la más sofisticada de las artes
desde las aficiones más populares.
El arte conceptual: pasión de multitudes.
✝ ✝ ✝ 

CHOLEDADES 

El 18 de mayo de 1972 se estrenó en quince salas de Lima uno de los más estrepitosos fracasos del cine peruano. Cholo, escrita, producida y dirigida por Bernardo Batievsky, duró apenas una semana en cartelera y acumuló las peores críticas. Treinta y dos años después, el artífice Philippe Gruenberg se apropia de ese filme para realizar una nueva versión en video con poco más de cuarenta minutos de duración: apenas la tercera parte de los ciento veinte originales. Presentada con el título de Mi Cholo y bajo el sello de Emisiones La Culpable, la obra adquiere valores insospechados y nuevos.

El protagonista es siempre el "cholo" Hugo Sotil, gran mito futbolístico y héroe cultural de la peruanidad sufrida pero triunfante —de la choledad (mestizaje) al principio resentida como complejo y luego reivindicada como reto. Aunque se articula desde un relato ficcional, la película de Batievsky juega a la confusión con el registro testimonial (el protagonista se llama precisamente Hugo). El resultado es un impresionante documento (no un documental) de las ilusiones —también de las frustraciones— provocadas por la reivindicación nacionalista y racial en las épocas del velasquismo (1968-1975). A la distancia de los tiempos se siente conmovedora la búsqueda melancólica de identidad que contrasta las tribulaciones limeñas del protagonista con sus breves viajes a la cosmopolita Londres (gracias al premio obtenido en una Bienal de Artesanía) y el telúrico altiplano puneño (en cumplimiento de un deber afectivo hacia el patriarca de la familia).

La precisa reedición de Gruenberg acentúa el significado alegórico y los subtextos en todo ello. Ajustes que adquieren también un sugestivo registro visual por la indefinición y mala resolución de las imágenes tomadas de una transmisión televisiva. La pátina electrónica así obtenida le otorga una actualidad paradójica y distinta al material envejecido.

Los diálogos y escenarios rayan muchas veces en lo inverosímil y lo solemne, además de lo didáctico. Pero hay otros sentidos por rescatar en algunas situaciones igualmente inciertas. En particular, el hecho que el protagonista sea aspirante tanto a futbolista como abogado, además de pintor (se le adjudican varios cuadros trapezoidales de Milner Cajahuaringa): "tu arte es fuerte como tú, sincero", le dice su cuñada, a lo que él replica lamentando las rutinas del trabajo en artesanías que ocupa a su familia. Como en un abismamiento personal de las polémicas públicas que generaría la revaloración velasquista de la plástica popular.

El recorte de Gruenberg resignifica en términos también históricos mucho de lo literal y forzado que parecía lastrar irremediablemente la propuesta de Batievsky —incluso los mensajes edificantes verbalizados en frases como la que de hecho cierra la película: "Busquen el lugar desde el cual puedan ser útiles a sí mismos y a sus semejantes". O aquella otra colocada en boca del abuelo andino: "Eres una mezcla, y cuando lo comprendas recién serás feliz. [...] Todo lo que te gusta está a tu alcance, mas no lo quieres aprovechar. ¿Crees acaso que el arte, el trabajo y el deporte no combinan? Eso es ser cholo".

El mestizaje racial como encarnación, como literal y metafórica incorporación de lo diverso en el cuerpo de la vida misma. Un correlato sonoro a esa idea es la música compuesta para la película por el grupo El Polen, pionero de los ritmos fusión en el Perú, dando lugar a su primer y legendario larga duración, a veces considerado uno de los registros iniciales del "acid folk" en América Latina.

Lo impuro y lo contaminado, otra vez. 

Postdata 

Aunque Batievsky quedó en varios sentidos arruinado por el fracaso de su película, luego logró recuperarse en términos artísticos al producir el reconocido filme Espejismo de Armando Robles Godoy. Las mejoras también económicas de su fortuna le permitieron convertirse en uno de los fundadores de Frecuencia Latina, el Canal 2 de la televisión limeña. Murió hacia 1992.

La buena estrella de Sotil, en cambio, decayó gradualmente tras la realización de Cholo, aunque no empujada por el fracaso de la película sino por sus indisciplinas con el alcohol y otras incitaciones. Tema aparte es el hijo real que llegó a tener con su novia ficcional en el filme, la modelo y actriz Nancy Gross.

En 2007, tres años después de concluido el video, Gruenberg se permitió licencias adicionales con la película de Batievsky. Utilizó algunas vistas fijas de ella para editar una fotonovela deliberadamente anacrónica, donde comentarios propios se infiltran en los diálogos originales de Cholo, evidenciando ironías implícitas en los silencios del largometraje original.

Gustavo Buntinx

(2007)

lunes, 2 de junio de 2014

VERÓNICA (D’APRÉS ZURBARÁN) [DEUS ABSCONDITUS] (PIEZA DEL MES - ABRIL 2014)

Continúo con la actualización de las Piezas del Mes de Micromuseo. 
Ahora con una obra portentosa cuya contemplación espiritual y crítica podría operar algún milagro 
para la salvación de nuestra alma inmortal. Individual y colectiva. 
(Que bien lo necesita). 

Manuel Moncloa

Verónica (d’aprés Zurbarán) 
[Deus absconditus]

2005-2006
Óleo sobre tela
85 x 75 cm

MICROMUSEO ("al fondo hay sitio")
Donación: Manuel Moncloa y benefactor anónimo, 2006


Previo
Micromuseo selecciona esta obra como Pieza del Mes
de abril de 2014, en acompañamiento heterodoxo
a los rituales propios de la Semana Santa
celebrados en todas las comunidades de tradición cristiana.
✝ ✝ ✝
"El arte procede del misterio del hombre 
y el hombre procede del misterio de Dios.
Y ambos están inmersos en un profundo silencio.
Quiero ser ese silencio.
Aquí y ahora.
Lejos de las siniestras máquinas 
y sus estridencias de autómatas de lata".

Manuel Moncloa, 1995


Una de nuestras mayores voces pictóricas es también una de las más calladas. Desde 1980 la presencia de Manuel Moncloa en la escena peruana se ha mantenido esporádica y furtiva, pero suficiente para el trazado de una trayectoria singular y excéntrica.

Desde la temprana (1980-1985) concentración en geometrías abstractas alusivas a una estructura de ritmos a veces prehispánicos, hasta la pulverización del pigmento y de la materia en los insondables paisajes cósmicos de los últimos años. Pasando por los entrecruzamientos de citas pictóricas diversas —incluso opuestas— en la culminante serie Vox angelica (1994-1996).

Todo puesto siempre al servicio de la elucubración mística. La de Moncloa es una vocación solitaria marcada por el compromiso tanto con el refinamiento de las técnicas plásticas como con la profundización de los sentidos espirituales en la prodigiosa imaginería así concebida. “Forma” y “contenido” colapsan sus especificidades dudosas para confluir en una búsqueda de aquel “Dios oculto”, “Dios escondido”, cuya formulación latina —Deus absconditus— procuro resignificar como título para […] la impresionante Verónica sin rostro en un cuadro de 2005-2006 que, junto con sus antecedentes, aquí se propone emblemático.

Un cuadro paradójico: la mixtificada etimología greco-latina de ese término (vera eikón) remite a la vera efigie de Jesús El Cristo, imprimada —no pintada— en el modesto paño con que una mujer piadosa enjuga su santa faz sufriente durante la sexta estación del vía crucis hacia el Calvario. Una acheiropoiton, una imagen no creada por mano humana sino por impregnación divina sobre el velo.
Francisco de Zurbarán
Verónica
ca. 1630 – 1635
Óleo sobre tela: 101.6 x 83.2 cm
Colección particular

Manuel Moncloa
¿Agnus Dei?
1995
Óleo sobre tela: 180 x 150 cm
Colección particular, Malasia


Así la representa Francisco de Zurbarán (1598-1664) una decena de veces, citadas casi todas por Moncloa en su transmutación impresionante de 1995: un solo lienzo para nueve paños que alternan telas vacías pero esperanzadamente albas con otras luctuosas ostentando el cráneo mortuorio del cordero pascual. Redención y sacrificio. Como en el segundo cuadro (ca. 1997) en el que la Verónica central rima sus pliegues piadosos con los sensuales de las cortinas que se abren rojas para revelar el escenario de la meditación de los santos.

Manuel Moncloa
Verónica (San Antelmo) (d’aprés Zurbarán)
ca. 1997
Óleo sobre tela: sin medidas disponibles
Colección particular, Lima

Una escena y un abismo. En la densidad teológica de cada una de estas Verónicas, el rostro de Dios, la emanación milagrosa de su semblanza sacra, se nos revela como una ausencia.
O, más bien, una presencia a ser siempre recreada, transfigurada. De tantas múltiples maneras. Opuestas pero complementarias. Tras la dispersión aparente en la obra de Moncloa asoma una desafiante complejidad. […] La de Moncloa es una portentosa creación artística, a contrapelo del sonido y la furia de las últimas décadas del siglo XX, atravesadas en el Perú por la guerra y por la dictadura. Pero a contrapelo también de la liquidación hedónica de todo ese (melo)drama bajo la revolución capitalista que desde el año 2000 nos envuelve.
Que nadie sea llamado a error: volver, ahora, a la pintura de Moncloa, es un gesto de nítida criticidad ante el derroche de goces superficiales que amenaza a ciertas franjas de una escena cultural en inminente riesgo de verse devorada por las modas. […] Un acercamiento a la introspección y al recogimiento espiritual implícitos en [cuadros como esta Verónica insólita]. Casi una oda a la vida retirada (Fray Luis de León), pero también un comentario sutil, contemplativo, al gran ruido de nuestros tiempos.
El Gran Ruido, el gran desorden, tan estentórea, tan estertóreamente proclamado desde las artes consumidas por el espectáculo. Esas “estridencias de autómatas de lata” a las que vocaciones alternas como las de Manuel Moncloa ofrecen un contrapunto incisivo.
Un arte que busca a Dios.
Gustavo Buntinx
(Fragmentos del texto
publicado en el libro que acompañó la exposición
Deus absconditus: retrospectiva de Manuel Moncloa 1980-2013
Lima: Instituto Cultural Peruano Norteamericano y Micromuseo, 2012)